Una de las preguntas más frecuentes que me realizan los pacientes en consulta es ¿Puedo consumir azúcar? Se han creado muchos mitos sobre el consumo de azúcar en los pacientes oncológicos, entre los que podemos mencionar: “las células cancerígenas se alimentan de azúcar”, “el consumo de azúcar puede ocasionar cáncer o recaída del cáncer”, “si consumo azúcar tendré mayores efectos secundarios en la quimioterapia”, entre otros. Lo ideal para aclarar éstas y otras dudas es contar con un especialista en el área.
Para ello, muy amablemente, la Licenciada Luisa Brito compartió su conocimiento sobre este tema tan inquietante para los pacientes y familiares que transcurren un proceso oncológico. Graduada en Nutrición y Dietética en la Universidad Central de Venezuela con Diplomado en tratamiento del espectro del Autismo, es Adjunto del Servicio de nutrición del Hospital Militar General Elbano Paredes Vivas y es Nutricionista del Centro Bienestar Salud Trinidad, ambos localizados en Maracay – Estado Aragua.
El enfoque actual de la alimentación va más allá de las calorías, ya no solo se trata de cuanto comemos sino qué comemos. El exceso de azúcar en la dieta, no solo el azúcar que consumimos conscientemente en un café o en un dulce, sino aquella que podemos consumir en productos altamente procesados, está asociada a un mayor riesgo de obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles entre las que se incluye el cáncer. Los mecanismos que involucran el consumo de altas cantidades de azúcar (más de 25gr/día) con el aumento del riesgo de padecer diferentes enfermedades, son varios.
Se puede asociar a que predispone a una inflamación de bajo grado, es decir inflamación crónica, una activación continúa del sistema inmunológico que impide el proceso de recuperación normal del organismo.
Una alimentación rica en azucares se asocia a una repuesta inadecuada de la insulina. La insulina es una hormona que actualmente se asocia a procesos inflamatorios.
Finalmente, una alimentación inadecuada modifica de forma negativa la microbiota intestinal (microorganismos beneficiosos) que tienen múltiples funciones en el organismo; tienen efecto antiinflamatorio, al inhibir ciertas citoquinas inflamatorias. Contribuye a controlar niveles de colesterol y glucosa. Contribuye a la indemnidad del intestino asegurando así, una respuesta inmunológica adecuada. Recordemos que en el intestino encontramos el 70% de nuestro sistema inmunológico.
Yo aconsejo reducir el consumo de alimentos procesados, de esta forma restringimos los azucares añadidos de la dieta. Entendiendo por azúcares añadidos, a los azucares o jarabes que se agregan al alimento durante el procesamiento. Aprender a leer y entender el etiquetado nutricional es una herramienta muy útil para lograr este objetivo. Existen muchos términos (más de 30) que indican la presencia de azúcar añadido en un producto procesado.
Mi recomendación es una alimentación equilibrada, suficiente, variada y mientras más natural mejor. Disminuir los aditivos, conservantes, exceso de azúcar y sodio, tiene un impacto positivo en la calidad de vida, no solo del paciente oncológico sino de la población general.
El azúcar no es esencial en la dieta, el aporte de carbohidratos del organismo se puede cubrir a través de carbohidratos complejos como el almidón. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que el aporte de azúcar sea menor del 10% del requerimiento calórico total.
Como lo dije anteriormente el azúcar no es esencial y se puede suprimir de la dieta, sin embargo más allá de eliminar el azúcar libre de la dieta, es más importante disminuir el consumo de productos procesados.
Hay opciones que se consideran más saludables que el azúcar blanca de mesa, sin embargo, si no están a su alcance recuerde que la moderación siempre será su mejor aliada. Algunos ejemplos:
No existen estudios concluyentes acerca de una relación directa del elevado consumo de azúcar con la progresión de la enfermedad, sin embargo el azúcar blanca, morena y otros tipos de azúcares añadidos a los productos procesados y bebidas azucaradas está directamente relacionado con el riesgo de sobrepeso y obesidad, que sí tiene una relación de riesgo directa con 13 tipos de cáncer. Además, una alimentación con alta carga de azucares, con su potencial aumento de azúcar en sangre podría estar relacionado con un mayor riesgo de cáncer de endometrio, esto según estudios publicados este año (2020) por la Asociación Americana de Cáncer.
No hay evidencia científica clara que determine que los edulcorantes, que son sustitutos sintéticos del azúcar, ocasionen daño a la salud, esta afirmación fue hecha por el Instituto Nacional de Cáncer. Debemos siempre mantener el equilibrio porque no todos los edulcorantes son libres de calorías, algunos pueden tener un efecto metabólico similar al del azúcar, además siguen siendo un producto sintético.
Recuerden que la clave es el consumo de una alimentación balanceada, variada y natural, y aunque el azúcar no es esencial y hay muchos productos que la sustituyan, la clave es la reducción de los productos procesados. En tal sentido, tengan presente que no todos los edulcorantes son libres de calorías, por eso hay que estar pendientes de las etiquetas. Mantener un peso adecuado es beneficioso para la salud, pues reduce el riesgo de las enfermedades no transmisible (diabetes, cardiopatías y cáncer).
La combinación de una alimentación equilibrada con una rutina de ejercicio físico, por lo menos 3 veces a la semana (adecuada a cada persona) es un hábito saludable que debemos incorporar a nuestras vidas. Cualquier modificación en su régimen de alimentación debe ser guiada por una nutricionista certificada.
Aquí, las redes de nuestra invitada:
Lcda. Luisa Brito Gallardo. Nutricionista – Dietista UCV.
Correo: nutrilabg@gmail.com
Instagram: @nutrilu15.